jueves, 30 de abril de 2015

MI PATIO DE VECINAS



Me vais a perdonar que, después de tanto tiempo sin aparecer, me ponga nostálgica.  Y es que, como dicen Celtas Cortos, después de tanto tiempo, “me había puesto a recordar” (a raíz de comentarle a una mamá preocupada en Facebook que “nadie te va a entender como otra mamá múltiple”) mi añorado patio de vecinas.  No, no es que me acuerde de mi tierna infancia y las vecinas de mi abuela, sino de aquel grupo de multimadres que descubrí cuando era una embarazada de mellizos angustiada por si no sabía ser madre, sabiamente bautizado por mi querida y admirada Toñi, una de las personas más lúcidas que conozco, como “el patio de vecinas”.

Como creo que hemos hecho muchas, si no todas, cuando me dijeron que esperaba dos bebés, me lancé a Internet a buscar información.  Y entre tanta historia truculenta, malformaciones genéticas y riesgos varios la encontré.  Nada más y nada menos que una web que anunciaba que los partos múltiples son toda una locura, pero maravillosa.  Y conforme iba leyendo, mejor me sentía, más tranquila, más segura y entonces, las conocí: un grupo de mujeres, madres o embarazadas múltiples que compartían sus miedos, sus inseguridades, sus experiencias y su vida.  Un grupo posible gracias a nuestra querida “jefa”, Elena, que a pesar de tener a sus niños ya mayores (ahora 3 hombretones adultos guapísimos) seguía allí, guiando a embarazadas asustadas y madres recientes que no sabían si sobrevivirían a la locura de criar múltiples, por muy maravillosa que fuera. 

Cuando la lista cerró, me dio una tristeza tremenda, porque esa lista y esas mujeres habían sido parte de mi vida durante años:  mis heroínas particulares, María José, Belén, Toñi, Gina, Eva, Elena, que fueron mi inspiración y mi fuerza en esos primeros meses tan agotadores y desesperantes, y lo siguen siendo muchas veces.  Compañeras de viaje, iniciales y otras que se fueron añadiendo, mi Mayte,  Almu, Verónica, Noelia, Isa, Natalia, Leticia, María, Patty, Maru, que nos leía desde el otro lado del océano y es la nerd más guapa que os podáis imaginar, y tantas otras que me acompañaron en cada paso, que me ayudaron, me aconsejaron o simplemente me “escucharon” pacientemente y me dieron ánimos cuando no podía más.  Y es que, si algo tenía de especial ese grupo es que nunca se juzgó a nadie, ni por dar teta, ni por dar biberón, ni por portear, ni por no, ni por practicar el colecho ni por no hacerlo…solo se ayudaba, aconsejaba, opinaba y se transmitía una enorme calidez de corrillo de amigas, de “patio de vecinas” como un día se le ocurrió decir a Toñi.

Tengo muy presente todavía levantarme cada mañana y echar un vistazo, a ver como iban el piso de Belén, la operación de Vera,  las embarazadas del hospital de Cruces (Cuantas multimamis teníamos allí a la vez? Tres?) o la cerebalitis de Leire (menudo susto!!!), alegrarme, reír y sufrir con ellas.

Y lo echo de menos, echo de menos la cercanía, el poder preguntar cualquier cosa, fuera de pañales, de cacas, de rabietas, de leche, de la declaración de la renta, la seguridad social o las ayudas a múltiples, sabiendo que nadie te va a juzgar y que seguro vas a recibir respuestas.  Y es que, señoras mías, eso es lo que debemos hacer, esa es la verdadera “crianza respetuosa”, término que ya me chirría por la estrechez del marco en el que lo quieren hacer encajar, no solo respetar y querer a nuestros hijos, sino respetar y apoyar a otras madres, porque esto no debería ser una competición a ver cual es la mejor madre, sino una gran comunidad en la que nos podamos apoyar.

Por todo eso, chicas, seguiréis formando parte de mí, de mi historia, aunque os pierda la pista o nos crucemos de vez en cuando por Facebook, porque me gusta saber que estáis bien, que vuestros bebés ya son niños, que crecen sanos y felices.  Por todo esto, y por lo vivido, simplemente GRACIAS.

Eva

P.D. La lista se cerró, pero nos vemos en  https://www.facebook.com/groups/partosmultiples/

viernes, 31 de octubre de 2014

Seguridad en casa con niños



Una de las cosas en las que hay que pensar cuando nuestros bebés se hacen mayores y comienzan, primero a gatear (o a desplazarse sentados en el suelo arrastrando el culete, como hizo mi hija) y después a caminar (y quién dice caminar, dice trepar a todo lo mínimamente trepable como un pequeño kamikaze, como mi hijo) es en proteger la casa.  Y no solo me refiero a cubrir esquinas, enchufes y superficies potencialmente dañinas, sino a proteger la casa del ataque de los pequeños torbellinos empeñados en descubrir el mundo.

Cuando mis hijos eran todavía muy pequeños, ya apuntaban maneras y se intuía que iban a ser unos pequeños demonios de Tasmania, por aquello de que nada que estuviera a su alcance se libraba de ser  toqueteado, chupeteado o simplemente tirado al suelo, así que decidí ser previsora y comprar prácticamente todos los dispositivos de seguridad infantil existentes en el mercado, por si acaso.  Parte de ellos siguen todavía primorosamente embalados y guardaditos en el armario de los trastos, porque nunca llegué a usarlos, así que me ha parecido buena idea compartir con vosotras aquellos que sí resultaron verdaderamente útiles:

-protectores de esquinas: imprescindibles, los niños tienen una impresionante tendencia a lanzarse de cabeza contra toda esquina que ven, cuanto más puntiaguda y peligrosa, mucho mejor.  En mi caso, los compré en IKEA, pero tienen en la mayoría de ferreterías y tiendas de productos infantiles.  Es conveniente comprar alguno de repuesto, porque los pequeños delincuentes aprenden a quitarlos con una habilidad pasmosa.



 


 - cierres de plástico para puertas de armarios y cajones:  yo tengo la librería todavía forrada con estos útiles dispositivos (más que nada porque están tan bien pegados, que me da miedo llevarme la mitad del mueble al intentar quitarlos) y también puse en los armarios de la cocina, e incluso en la lavadora, dado que una vez pillé a mis criaturas con medio cuerpo dentro de ella.

- topes para ventanas: súper importantes, sobre todo con niños inquietos.  A mí me daba pavor que se subieran a una silla en algún momento en que estuviera ocupada con el otro, o al teléfono o intentando hacer pis sola, y se asomaran y cayeran, así que puse topes en todas las ventanas correderas de la casa.  Son unas pequeñas piezas metálicas que se ponen una en cada riel e impiden que la ventana se abra más allá de un espacio determinado.  En mi casa, todavía están puestas.


 
-tope para puertas:  se colocan bajo el marco de la puerta e impiden que esta se pueda cerrar, evitando posibles manitas pilladas en los goznes. 




 
 -protectores de enchufes:  estos los conocemos todos, son pequeñas piezas de plástico que se insertan en el enchufe e impiden que los niños metan los dedos.






Con estas pequeñas precauciones evitaremos bastantes posibles accidentes, aunque claro, todo depende del niño o niños en cuestión.  Tengo amigas que no han tenido que comprar absolutamente ninguna de estas cosas, y sin embargo yo, he vivido de sobresalto en sobresalto, ya que no encontré nada en ninguna tienda que impidiera a mis pequeños escaladores trepar por la librería, subirse a las mesas y las sillas, pintar paredes y mobiliario, pegar pegatinas en los cristales, suelo, sanitarios, puertas y demás superficies, meterse en la bañera, tirar cosas al inodoro e incluso hacer el funambulista por el respaldo del sofá.  

Pensándolo mejor creo que hubiera debido envolver la casa en papel de burbujas …o a los niños.

EVA






jueves, 30 de octubre de 2014

Nemo en el aquarium de París

Finales de octubre. Ya había comentado antes sobre las vacaciones de Toussaint: 15 (laaaargos) días para probar el límite de mi paciencia, mientras me pregunto si el espíritu de madre viene incluido o se desarrolla… u (opción nº2) si el espíritu de madre debe siempre incluir la paciencia como característica constitutiva.

Trato de encontrar la respuesta a mis preguntas, mientras mis pequeños aventureros corren descalzos por el pasto húmedo en pleno otoño (11 ºC) en el NE de Francia, por supuesto sin pantalón y sin slip, como no podía ser de otra manera. La lluvia tampoco es impedimento para la práctica de la “piscina” como ellos llaman a este deporte nudista.

En este contexto, que denomino “aburrimiento activo”, surgió la idea de hacer un paseo al Aquarium de París.

Este paseo, como muchas madres múltiples sabrán, incluye toda la logística de siempre.

Hoy en día que vivo en el campo, a 15km del tren y a 120 km de París, puedo contar como punto positivo con la colaboración de mi abnegada suegra. Mujer dura pero cariñosa, que había pensado que ya tenía toda su tarea lista, cuando fue sorprendida con nuestro arribo para dar vuelta completamente su vida apacible de jubilada.

Continúo. Tras levantar a los “niños adrenalina” a las 7 am (casi ni sé si debo decir que Alex, estaba despierto desde las 6 am), al fin, logramos partir en el vehículo camino a la estación de Chateau Thierry a las 8, donde dejamos este transporte para seguir en un vagón de tren hacia París.




Lo diré de esta manera: en la modalidad más silenciosa, y dentro de un vagón de película tipo Harry Potter (con dos filas de asientos enfrentadas dentro de un compartimiento con puertita y todo), el joven que intentaba dormir, dejó nuestro cubículo con un portazo tras de sí, mientras una amorosa señora, prefirió entregarse a los invasivos y cariñosos intentos de Alex por sociabilizar a toda costa y la seducción de Eric que le tiraba besos con la mano. (nota mental: debo revisar si mi testarudez podría haberse transmitido genéticamente). Una hora … sí, 60 minutos…(y a ESA hora de la mañana) … con estos niños, cargados con la energía de 4 bebidas energéticas cada uno, pero sin necesidad de tomarlas. Claramente cuando esta amable dama me indicó que trabajaba con niños, no fue ninguna novedad. Lo único que pensaba es que en la misma situación, si hubiese sido un pasajero, seguramente hubiera hecho lo mismo que el joven… en fin.


El tren era una parte pequeña del trayecto, aún faltaba llegar a la estación central del Este (Gare de l’Est), buscar los baños (por supuesto del otro lado del edificio), intentar que los gritos de emoción mientras la tapa del inodoro se limpiaba electrónicamente no sobrepasaran el límite acústico y luego lavar las manos… Ufff ahora sí! Al metro… Ojo! No es tan fácil, acaso pensaban que era ir del punto A al punto B como en esos problemas de física del cole? (debí haber estudiado Física, claramente a los móviles en movimiento rectilíneo y uniforme no hay que amarrarlos para que se vayan con un extraño). Bueno, no. La cosa era con transbordo, uno por suerte. Este tema de París, y algunos me detestaran, es como andar por Buenos Aires, como digo: por suerte. Si no hubiese vivido en Buenos Aires primero, realmente sería para ir a terapia, gente, mucha gente, apurada y superada por choques culturales, léase peleas de metro por pavadas.
Afortunadamente mis embajadores de la felicidad, como por arte de magia, transformaron la cara agobiada y enojona de muchos por sonrisas y buena onda para continuar su día con otro ánimo.

Trasbordo exitoso, por cierto tocando basureros y comiendo dulces del suelo (gran tesoro!), al fin logramos llegar al aquarium!!! Eran casi las 11.


Maravillados, incluida yo, por los tamaños y colores de los especímenes, paseamos  por un tercio del predio diciendo “wow!!!” a cada paso.

El mediodía nos pisaba los talones y mi suegra, que no perdona su almuerzo, nos pidió parar para comer los sandwiches  que habíamos llevado (pagar 7 euros por un triste sándwich en el quiosco es una tomada de pelo que sólo un turista desprevenido podría aceptar).



Antes de volver al aquarium, paseamos un poco por la fuente Trocadero, mirando la Torre Eiffel. Comprobado: no me gustan para nada las aglomeraciones, y este es uno de los ombligos del mundo, ergo, estaba llenísimo de turistas y de vendedores ambulantes o mejor dicho, cazabobos, para vender baratijas de la torre por 10 euros… no faltará quien las compre.


Un momento destacado, es cuando visitaron el espacio de los peces tropicales, el grito fué unánime: Nemo!!! mamá!!! Nemo está aquí!! Aaaahhh!!!. No dejaban de repetirlo, realmente quedaron maravillados!



Así a las 15.30 horas, con show de títeres incluido, terminamos de hacer nuestra vuelta dentro del aquarium, suegra y niños exhaustos de camino hacia el metro y a hacer todo el camino de regreso a casa a donde llegamos casi a las 18.
Como dice Maquiavelo, divide y reinarás, dejé a Eric en un asiento con mi suegra y a Alex conmigo en otro más lejos, así que el viaje de regreso fue un tanto más calmo (el cansancio hizo el resto, o sea 80%).
18.30 en casa, 19.45 todos a dormir.

Y esa fue la jornada de tranquilo esparcimiento acuático en París… mañana…mañana será otro día, pues estoy alistando detalles para otra "tranquila" salida (¡?) de Halloween… ya os contaré

martes, 30 de septiembre de 2014

El cole de mayores

Este año septiembre no ha llegado con una vuelta a la rutina, sino más bien hemos empezado una nueva etapa... ¡el cole de mayores!

No sé cual es la idea que tenían mis hijos del cole de mayores, el caso es que lo esperaban con muchísimas ganas y una gran expectación...

Tengo que decir, que tuvimos mucha suerte con la elección del colegio porque nos concedieron el que pedimos en primer lugar.   Esto suponía dos cosas muy importantes: la primera que está muy cerquita de casa y la segunda que nos dejaban elegir a nosotros si queríamos que fueran juntos o separados.

Y aunque al principio dudábamos de cual sería la mejor opción, sólo el pensar que el colegio dejaba en nosotros la decisión, me daba a entender que valoraban nuestra opinión y no veían a nuestros niños como "unos mellizos más".  Nos dijeron que habían tenido experiencias de ambos casos y que habían funcionado bien porque dependía de los niños... bieeeeeeeeeeeen, eso es lo que queríamos oír.

Al final, han empezado juntos el cole.  No veíamos ninguna razón de peso para separarlos... y ellos tampoco lo entendían... así que tomamos esa decisión.

El primer día llegamos al cole entre los nervios de ellos y los nervios míos (creo que los míos aún eran mayores) y todo fue genial.  Los llamaron, hicieron su trenecito para entrar y aunque había unos cuantos niños llorando ellos no se contagiaron, cosa que me preocupaba...

Y salieron igual de contentos que habían entrado... y así ha seguido todos los días.  Supongo que el tener a tu hermano cerca, ayuda... saber que no estás solo, conforta y no estoy hablando sólo de unos niños de 3 años, a los adultos también nos pasa.  ¿Por qué íbamos a negarles eso?

A los pocos días de empezar el cole tuvimos reunión con la profesora.   Mis hijos son los únicos mellizos no sólo de su clase, sino de todo el curso y me preocupaba saber la opinión de ella.   Me comentó que iban mucho juntos y yo intenté explicarle mi visión.  Si un niño entra solo a una clase de 25 niños y entre ellos hay otro niño amigo suyo, ¿no irían estos dos niños juntos hasta que conocieran a más niños? ¿No nos pasa lo mismo a los adultos? Esto no significa que no sepan relacionarse... para mí esto es lo normal.  Lo malo sería que pasado un tiempo todavía fuera así, que se cerraran a conocer a más niños...

La profesora, una chica joven que me cayó muy bien, me dio la razón.  Yo le expliqué que los habíamos puesto juntos precisamente porque creíamos que no eran niños dependientes.

Este viernes uno de mis hijos se puso malito y no lo llevé y al ir a recoger al otro, le pregunté que tal había estado sin su hermano... y me dijo "Muy bien, tenías razón, ya no van tanto juntos y empiezan a ir incluso en grupitos diferentes"...  Y esto sólo en dos semanas!

Así que estoy contenta y los dejo muy tranquila por las mañanas.  Nos lo han puesto realmente fácil en el comienzo del cole.   Ellos se siente mayores con cualquier pequeño detalle como tener sus libros, o comer en el comedor con niños mayores, se toman muy en serio lo de hacer su fila, te cuentan todo lo que han hecho al salir del cole... y a mí se me cae la baba con ellos...

Mayte

viernes, 19 de septiembre de 2014

SE LO QUE HICISTEIS EL ÚLTIMO VERANO



Este verano he aprendido un montón de cosas.  A hacer un bolsito con fieltro, bizcochos sin gluten, varias canciones infantiles, como hacer trenzas de espiga y a dar una noticia a mis hijos que nunca hubiera querido. Aunque el resumen es que esto de ser madre es muy cansado.  Sí, sí, si yo estoy segura de que ser minero, obrero de la construcción o herrero lo es mucho más, pero claro, como una es multimadre trabajadora pues habla de lo que conoce.

Este verano ha sido agotador, o me lo ha parecido.  Quizás es que mis niños ya tienen 6 años y quieren descubrir el mundo ellos solitos.  O quizás es que yo he cumplido 40 y ya no soy lo que era, que, no nos vayamos a engañar, tampoco fui nunca un prodigio de amor al deporte y resistencia física.  O quizás es que este verano ha sido raro y este vaivén de presiones atmosféricas me ha dejado medio lela.  O probablemente, un poco de todo.

Este verano ha sido muy difícil ser un junco y mira que lo he intentado con todas mis fuerzas, y conseguido muchas veces, pero también en ocasiones ha aparecido mi legionario interior, pateando al junco y soltando un berrido digno de Hulk con acidez de estómago.  Y es que mis niños han estado revoltosos, contestones, desobedientes, hiperactivos y sobre todo, han discutido entre ellos en 3 meses todo lo que no han discutido en 6 años, sin que sus sufridos y perplejos progenitores hayamos conseguido evitarlo.  Y es que cuando se juntan un pequeño gladiador competitivo y una reina del drama sedienta de atención, saltan chispas.  Vamos, que solo me queda acercarme a la parroquia y pedirle a don Carlos un par de barriles de agua bendita para ducharlos con ella unos diítas, a ver que pasa…Pero bueno, eso me da para otro artículo, y pienso quejarme y patalear en detalle.

Los principales puntos de estrés durante estos meses han sido:

-La abuela, sin cuya estimable ayuda y colaboración no podríamos apañarnos con los niños en verano, ya que es quién los recoge de la ludoteca, les da de comer, y los cuida hasta que yo llego del trabajo a las 3.30.  Pero todo tiene un precio en esta vida, y es que tu madre se retrotraiga a cuando tenías 8 años y se pegue a ti de tal manera que solo le falte sonarte los mocos.  Y cuando una tiene un genio como el mío, eso se lleva muy mal…como decimos en mañolandia: “vamos, pa’ mi genio”

-La piscina, que este año ha sido fuente de mis pocos momentos de relax y de mis mayores momentos de estrés.  De relax, porque ya son más autónomos, se van a jugar solitos a los columpios y van al baño sin compañía.  Y de muuuuucho estrés porque, por un lado tenemos a una sirenita que solo quiere bucear a su bola y jugar con sus amigas, preferiblemente bien lejos de su santa madre y de su vista, a ver si hay suerte y me provoca un ictus del estrés.  Por otro lado, un niño sin miedo que pretende, recién salido de su curso anual de natación, batir el record mundial de buceo a pulmón, claro que sí:  “Mami, ya verás como me cruzo la piscina buceando”.  La piscina es olímpica.  Tiene 25 metros de ancho.  El niño acaba de aprender a nadar y tiene 6 años.  Pero, oye, que parece que estos argumentos no terminaban de convencerle, y mira que hasta recurrí a todo tipo de frases de madre: “no lo vas a hacer y punto”,  “porque lo digo yo” “Marcos! Vuelve aquí! Mira          que como tenga que ir a buscarte….”, incluso al chantaje emocional: “Marcos, no ves que mamá es viejica y no puede pegarse una hora buceando detrás de ti, que se cansa mucho?”.  Pero nada, todo el verano, excepto durante las vacaciones del abnegado padre, fui una madre con dos cabezas rotatorias intentando no perder de vista a sus cachorros en las procelosas aguas de la piscina, a la par que intentaba no quedarse sin aire ni sin alguna parte del bikini.

-Las peleas entre mis criaturas, que ya he dicho que dan para un próximo artículo del que no os vais a librar, pero únicamente os digo que han sido tantas y de tal calibre que la idea de suplicar que me extirparan algún órgano no imprescindible para vivir (no sé, el apéndice, el bazo, un trozo de hígado) y pegarme unos días SOLA en una cama de hospital, empezaba a parecer realmente buena.

En resumen, que ha sido un verano muy intenso y ha dado para mucho, pero como no quiero aburrir en estos días de vuelta al cole, ya os lo iré contado.  ¡He vuelto!



jueves, 31 de julio de 2014

El último día de guardería. Fin de una etapa

Cuando me quedé embarazada y más aún cuando supe que venían dos, la búsqueda de guardería fue algo que me preocupaba mucho... Quería una guardería cerca de casa, claro... y barata (¿eso existe?).  Primero me informé acerca de las guarderías del Ayuntamiento y DGA... pero ninguna estaba cerca de casa y me parecía algo importante de cara a pensar en tres años seguidos llevándolos a diario... ¿y si había que ir a buscarlos porque se ponían malitos?
 
Encontré una guardería muy cerca de casa y fui a verla... me gustaron mucho las instalaciones y la directora me cayó genial.  Pero cuando me dijo el precio se me cayó el alma a los pies.  Empecé a hacer cuentas en casa y me salieron rosarios... Tuvimos que descartarla...
 
Entonces, casi por casualidad, me encontré con otra guardería.  Estaba más lejos de mi casa aunque se podía ir andando, y el precio era muchísimo más asequible, así que fui a verla...
 
Las instalaciones no eran tan nuevas como la otra que había visto... pero tenían muchísima zona al aire libre, lo cual me encantó y también me cayeron muy bien las cuidadoras.
 
Nunca se puede estar segura de que estás acertando, pero los apunté allí!
 
El primer día de guarde, lo recuerdo como si fuera ayer.  Yo todavía tenía fiesta y allí me fui con mis dos bebés, mi carro-autobus y esa sensación de no saber si estás haciendo lo correcto.  Por primera vez me separaba de ellos...
 
A media mañana llamé para ver si estaban bien y sí, claro, estaban bien... Ese día y todos los que siguieron...
 
Esta mañana he vuelto a llevarlos a la guarde, pero ya sin carro, de la mano, saltando, contentos, hablando sin parar... Desde septiembre de 2011 hasta ahora ha pasado mucho tiempo... mis niños han aprendido tantas cosas allí:  a comer solitos, a pintar, a cantar... pero sobretodo han hecho amiguitos, han jugado muchísimo, han discutido con otros niños, han tenido fiestas, cumpleaños y chichones...
 
Me he puesto nostálgica cuando los he dejado pensando en todo lo que han pasado, lo rápido que pasa el tiempo y que mis bebés se han convertido en dos niños mayores...

Cerramos otra etapa.  Ahora vacaciones y luego a empezar en el cole de mayores... pero eso ya os lo cuento en septiembre...

Mayte
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...